sábado, 30 de junio de 2012

Dices miedo / Amor y Sangre por Patricia Espinosa


Una mujer acuchilla a su marido, el cual muere a causa de las heridas. A partir de este hecho policial, el libro desarrolla una genealogía del crimen, donde se privilegia a la asesina y su miedo a la pérdida o más bien el horror de suponer que él deje de amarla y pierda la cabeza por la otra. El relato ambivaliza la culpabilidad de la mujer, en tanto se concibe el acto criminal como algo que va más allá de un mero diagnóstico siquiátrico o sentencia judicial. El crimen es expuesto al modo de un ritual acompasado, donde la mujer relata el antes, el después y el momento mismo en que cuidadosamente va desarrollando un juego de seducción cuya finalidad será la muerte del hombre.
El crimen se convierte así en un símbolo de la potencia amorosa, de la exacerbación del amor al otro y al sí mismo del propio sujeto que ama y que se niega a claudicar en su deseo, a aceptar el término de la relación o compartir al amado. Cuando esta mujer constata que no hay salida posible, sólo le queda retener al amado asesinándolo. Desde un punto de vista legal y médico es un amor enfermo; sin embargo, dentro de los códigos amorosos, la posesión adquiere un sentido diverso, ya que está ligada a la pasión. La asesina existe en función del otro, poseerlo es poseerse a sí misma y perderlo significa la ruina absoluta, porque ella no tiene más que el amor y la fidelidad de su hombre. Más aun, su seguridad se apoya totalmente en formar parte de un matrimonio, es decir, de la pasión legalizada. La infracción a la ley –el adulterio cometido por su marido– y luego el crimen parecen provocar el renacer de una pasión que el matrimonio había terminado por aquietar.
Eugenia Prado pervierte y desarma el tópico del amor amarrado a la racionalidad, explorando una historia de terror, sangre y tristeza. El relato de la ruptura en todas sus dimensiones se ve duplicado en una escritura quebrada, híbrida, donde la estética del mal, en la que la creación opera como destrucción, alcanza momentos excepcionales.


Dices miedo
Eugenia Prado
Ceibo Ediciones, 2011, 101 páginas.

www.lun.com

viernes, 8 de junio de 2012

Dices miedo por Maria Luiza Silveira



LA PEUR DURE LONGTEMPS

Louis Althusser mata sua companheira Helène, fazendo com as mãos uma pressão cada vez mais forte sobre seu pescoço, quase que numa espécie de pacto, onde a vítima “consente” no próprio assassinato. Perante os tribunais franceses, é declarado inimputável pelo seu crime; os psiquiatras julgam que o cometeu em surto. E ele escreve L’avenir dure longtemps”, um escrito autobiográfico pungente e terrível onde reclama para o mundo o direito de ser julgado na justiça comum, o direito de ser condenado pelo que cometeu, não obstante as circunstâncias...
Stefan Zweig, escritor vienense nascido em 1881 e que cometeu suicídio em 1942,  escreveu um livro de contos chamado MEDO E OUTRAS HISTÓRIAS. Ao ler Dices miedo, lembrava-me vagamente de Irene, a mulher adúltera permanentemente acossada pelo medo de ser descoberta. Mas o conto de Zweig, muito embora bem construído,  tem um “final feliz”, ninguém mata ninguém, e Irene volta para a vida cotidiana ao lado do marido. A mulher atormentada que protagoniza o livro de Eugenia não tem a mesma sorte. Comete um crime pela impossibilidade absoluta de não o fazer. E é atirada sem dó na cova dos leões de uma sociedade hipócrita que precisa julgá-la: ou como louca (alienada) ou como criminosa. A autora outorga uma personalidade peculiar e interessante à psiquiatra: com seu suposto saber sobre a vida e sobre a morte, imagina-se capaz de exercer um poder devastador sobre seus subordinados: os “doentes mentais”. Essa pretensão de descrever a vida mental e a experiência subjetiva como sendo algo da ordem material ou fisicalista (que pode ser tratada com psicotrópicos) é inaceitável. Não apenas por razões teóricas (por tudo que conhecemos hoje), mas igualmente por motivos éticos. Se o sujeito que sofre de ataques incompreensíveis de medo ou pânico for tratado com pesadas intervenções medicamentosas, as manifestações do inconsciente ficam cada vez mais enigmáticas para ele. E Eugenia Prado aborda de modo irônico e crucial essa biologização radical de algumas correntes da psiquiatria, na figura funesta dessa “doutora”.
O livro de Eugenia é uma obra que, mais além da boa literatura, presenteia-nos com um dispositivo estético (plástico e cromático) que fala por si, fazendo o leitor mergulhar em outros significantes, outros planos simbólicos.
Mas Eugenia nos fala do medo. Tema atualíssimo e ao mesmo tempo secular. Afinal, temos medo de quê? O medo tem muitos nomes, seu vocabulário é imenso e o campo semântico que o constitui, apesar de rico, discrimina muito pouco. Medo, ansiedade, angústia, desassossego, pânico, susto, temor, terror, pavor, receio, repulsa, inquietação, raiva, ódio, fobia, aversão, apreensão, assombro, etc. Para Lacan, o medo difere da angústia porque tem um objeto de onde parte o perigo e seria uma reação adequada, por provocar a fuga que implicaria uma defesa. Por outro lado, o medo paralisante como o da protagonista da novela de Eugenia lança o sujeito na confusão menos adaptada à resposta. A angústia, por sua vez, é sem objeto, ou melhor, se o tem, trata-se um objeto perdido. E perdido nos laços mais arcaicos com nossos fantasmas constitutivos, lá onde ainda nos confundimos com o corpo materno. Lacan diria que a angústia é o modo radical, o último sob o qual o sujeito continua a sustentar a relação com o desejo. E a anti-heroína (?) nesse caso vivencia sensações aterrorizantes o tempo todo, dialogando o tempo todo com seu incognoscível desejo: “y cuando ese miedo mío crece y se interna adentro, es como si no supiera cómo, adónde, como si quedara paralizada y no tuviera más energía para avanzar (…). E em outra passagem, poeticamente admirável: “Descubrió que la belleza no atrapaba los días y quiso ser otra.”
A mulher sobre cujo drama se constrói a aguda narrativa de Eugenia Prado,  atua como uma criança desarmada por sua absoluta dependência ao desejo do Outro, que funciona no texto como uma indagação enigmática e inexorável. “O que ele quer? O que ele deseja de mim?” Ou: “O que é que eu sou para o Outro? O que ele ama em mim, se é que me ama?” Assim sendo, a angústia (ou o medo) nada mais é do que esse momento em que pressentimos que nosso próprio corpo poderia ser apenas um objeto próprio ao gozo do Outro, nada mais que um resíduo. E como a autora ressalta com maestria, nas palavras dessa mulher, a angústia vai assim se constituindo como um medo do medo, um medo do desconhecido, do que escapa ao saber, medo desse gozo sinistramente enigmático para todos nós.
Finalizo com a delicadeza do Bachelard noturno, pensando sobre a luz da vela, diante do medo de que um vento mais forte apague a chama: “Sim, a luz de um olhar, para onde ela vai quando a morte coloca seu dedo frio sobre os olhos de um morto?”

Maria Luiza Silveira
Psicanalista e tradutora (Brasil)





TENER MIEDO DURA MUCHO TIEMPO 


Louis Althusser mata a su compañera Helène, haciendo con las manos presión cada vez más fuerte sobre su cuello, casi como en una especie de pacto, donde la víctima consiente el propio asesinato. Ante los tribunales franceses es declarado inimputable por su crimen; los psiquiatras juzgan que lo cometió en un estado de brote sicótico. Y él escribe “El porvenir dura mucho tiempo”, un libro autobiográfico pungente y terrible donde reclama al mundo el derecho de ser juzgado en la justicia común, el derecho de ser condenado por lo que cometió, no obstante las circunstancias...
Stefan Zweig, escritor vienés nacido en 1881 y que cometió suicidio en 1942, escribió un libro de cuentos llamado MIEDO Y OTRAS HISTORIAS. Al leer Dices miedo, me acordaba vagamente de Irene, la mujer adúltera permanentemente acosada por el miedo de ser descubierta. Pero el cuento de Zweig, aunque muy bien construido, tiene un “final feliz”: nadie mata a nadie, e Irene vuelve a casa, a su vida cotidiana al lado de su marido. La mujer atormentada que protagoniza el libro de Eugenia no tiene la misma suerte. Comete un crimen por la imposibilidad absoluta de no hacerlo. Lanzada a la jaula de los leones de una sociedad hipócrita que necesita juzgarla: como una loca (alienada) o como una criminal.
La autora otorga una personalidad peculiar e interesante a la psiquiatra, que con su supuesto saber sobre la vida y sobre la muerte, se cree capaz de ejercer un poder devastador sobre sus subordinados: los “enfermos”. Esa pretensión de describir la vida mental y la experiencia subjetiva cómo algo de orden material o físico (que puede ser tratado con psicotrópicos) es inaceptable. No sólo por razones teóricas (por todo que conocemos hoy), sino que por motivos éticos. Si el sujeto que sufre de ataques incomprensibles de miedo o pánico es tratado con pesadas intervenciones medicamentosas, las manifestaciones del inconsciente quedan cada vez más enigmáticas para él. Y Eugenia Prado aborda de modo irónico y crucial esa biologización radical de algunas corrientes de la psiquiatria, en la figura funesta de esa doctora.
El libro de Eugenia es una obra que, además de la buena literatura, nos regala con un dispositivo estético (plástico y cromático) que habla por sí, haciendo el lector buscar en otros significantes, otros planes simbólicos.
Pero Eugenia nos habla del miedo. Tema actualísimo y a la vez secular. Al final, tenemos miedo de qué? El miedo tiene muchos nombres, su vocabulario es inmenso y el campo semántico que lo constituye, aunque sea rico, discrimina muy poco. Miedo, ansiedad, angustia, desasosiego, pánico, susto, temor, terror, pavor, recelo, repulsión, inquietud, rabia, odio, fobia, aversión, aprehensión, asombro, etc. Para Lacan, el miedo es distinto de la angustia porque tiene un objeto de peligro y representaría una reacción adecuada, justamente por provocar la huida que implica una defensa. Por otro lado, el miedo paralizante como el de la protagonista de la novela de Eugenia lanza el sujeto en la confusión menos adaptada a la respuesta.
La angustia, por su parte, es sin objeto, o mejor, si existe, se trata de un objeto perdido. Y perdido en los lazos más arcaicos con nuestros fantasmas constitutivos, allá donde aún nos confundimos con el cuerpo materno. Lacan diría que la angustia es el modo radical, el último bajo el cual el sujeto sostiene la relación con el deseo. Y la anti-heroína (?) en ese caso experimenta sensaciones aterrorizantes todo el tiempo, dialogando todo el tiempo con su incognoscible deseo: “y cuando ese miedo mío crece y se interna adentro, es como si no supiera cómo, adónde, como si quedara paralizada y no tuviera más energía para avanzar.” (…) Y en otro pasaje poéticamente admirable: “Descubrió que la belleza no atrapaba los días y quiso ser otra.”
La mujer sobre cuyo drama se construye la aguda narrativa de Eugenia Prado, titubea como un niño desarmado por la absoluta dependencia al deseo del Otro, que funciona en el texto como una indagación enigmática e inexorable. “Lo que él quiere? Lo que él desea de mí?” O: Qué soy yo para el Otro? Lo que él ama en mí, si es que me ama?” Así siendo, la angustia (o el miedo) no es otra cosa que ese momento en que presentimos que nuestro propio cuerpo podría ser sólo un objeto propio al goce del Otro, nada más que un resíduo. Y como la autora resalta con maestría, en las palabras de esa mujer, la angustia va constituyéndose como un miedo del miedo, un miedo del desconocido, del que escapa al saber, miedo de ese goce siniestramente enigmático para todos nosotros.
Finalizo con la delicadeza del Bachelard nocturno, pensando sobre la luz de la vela, frente al miedo de que un viento más fuerte borre la llama: “Sí, la luz de una mirada, para dónde irá cuando la muerte ponga su dedo frío sobre los ojos de un muerto?”

Maria Luiza Silveira, Psicoanalista y traductora (Brasil)










jueves, 24 de mayo de 2012

DICES MIEDO es la reconstitución de la escena de un crimen

Con rigor policial, Eugenia Prado va desplegando las pruebas incriminatorias que en su conjunto forman un artefacto estético, visual, literario cargado de horror y ferocidad. Los testimonios e interrogatorios de la asesina se mezclan con imágenes de animales sacrificados en el matadero, fotografías antiguas de familias desarticuladas o rostros de mujeres anónimas, que hacen que el libro se transforme en una composición lúdica y plástica donde la imagen propuesta termina de completar la palabra. El cruce entre la imagen y el texto como una forma de escritura, como un guiño a las artes visuales, al cine, al teatro, como un instrumento de artesanía necesario. El color de las páginas, la tipología de la letra, la disposición de las palabras, la imagen elegida, todo es parte de una puesta en escena delicadamente dispuesta y cada decisión estética se vuelve narrativa y cobra sentido en una historia donde la autora es detective y directora plástica a la vez. DICES MIEDO, es una experiencia que apela a instalar el horror más allá de las barreras formales de la palabra, haciéndolo explotar en la sensorialidad de quién entra en sus páginas. 

Nona Fernández

martes, 1 de mayo de 2012

Dices miedo por Marcelo Beltrand Opazo 
Dices miedo de Eugenia Prado Bassi es la historia de un crimen pasional. La trama queda expuesta al inicio, como una noticia periodística, lo explica así, sin rodeos ni subterfugios, en forma directa. Lo que viene luego, es decir, el desarrollo de la novela, es la situación posterior que vive la victimaria en un hospital psiquiátrico. A través de interrogatorios (entre la Doctora y la paciente-asesina); pero además, encontramos otro lenguaje, que no es la del relato tradicional, y al igual que un rompecabezas, la autora construye, por medio de retazos y cuadros fotográficos, otra parte de la historia, que en momentos, no es la historia del personaje, la historia de una mujer, sino, que es la historia de muchas mujeres. Dices miedo de Eugenia Prado Bassi, finalmente, es el relato de un crimen por una parte, y por otra, la historia de la violencia en contra de las mujeres. En momento recuerda a "Impuesto a la carne" de Diamela Eltit, y la violencia que el cuerpo médico ejerce sobre los cuerpos. Dices miedo, no es una novela cualquiera, es decir, con una línea argumentativa tradicional; Dices miedo es un experimento, un ensayo literario, pues en él, la autora incursiona con distintas claves para contar la historia, entre las que se encuentran, la fotografía como objetos simbólicos, el poema, la frase corta, casi como consigna, o epígrafes que se insertan como elementos que quedan libres a la interpretación. Eugenia Prado Bassi, define, desde la primera página, a Dices miedo como una novela, por lo mismo, el lector se predispone a eso, pero, lo ecléctico del discurso narrativo obligan a una lectura de patchwork, de rompecabezas, forzando la interpretación y el resultado de la historia. Al inicio resulta original, pero mientras avanzamos en la lectura ésta se interrumpe, una y otra vez con imágenes, con textos desperdigados que ensucian el relato, aportando poco al resultado final. Por otra parte, tenemos a los personajes, que en la mitad de la historia se caen, en especial uno, la Doctora que interroga a la mujer asesina; la interroga pero, poco a poco, va perdiendo credibilidad, y se desperfila en el rol. Acá, la autora hace que los personajes hagan más de lo que pueden hacer. Finalmente, Dices miedo de Eugenia Prado Bassi se queda en un ensayo, en un juego estilístico, casi en un libro objeto, donde la historia pasa a segundo plano.

jueves, 1 de marzo de 2012

Comentario de Monica Castañeda / Objetos del silencio

COLOMBIA, EN UN LUGAR DEL CARIBE… Marzo 1 de 2012.
Apreciada Eugenia
No hay una forma adecuada de agradecerte tu gentileza y confianza al regalarme una de tus obras, como lo has hecho. Además, regalarme tu escritura y tus libros, lo más intimo de tu expresión.
Debo contarte que sentí tanta intimidad al leerte en OBJETOS DEL SILENCIO. Tanta complicidad, atrevimiento, intención y deseo. Sentí el miedo apoderarse de mí y romperse después, estallando descaradamente con tus palabras, con tu impresión y ahondamiento en lo más descarnado y oculto de la mente y el cuerpo de tus personajes.
Esa intimidad contigo, está claro, no es con EUGENIA PRADO BASSI. Es con la Autora; la que escribe, crea, recrea, urde, hurga, ensaya, devela y construye significados a través de los signos. Ella no tiene un solo nombre, es todos los nombres de su obra.
Es una intimidad sin límites la que siento, entre esa Creadora-Escritora y esta Lectora-Creada ahora por tus frases intensas.
Sentí que todas tus palabras; caracter a caracter, resbalaban por mi cuerpo y por mi imaginación, dando nuevos significados a la comprensión de mi misma y de los otros y otras.
Fue un momento importante, al menos para la Lectora que ahora dejas en busca de nuevas emociones que tu creación ha generado.
Me has convertido en una desvergonzada.
Solo puedo decirte que no dejes de hacer todo ese trabajo tan privilegiado que haces. Creas formas, mundos, emociones, le das esperanza y fuerza a otros, no importa que insignificantes o grandes sean esos otros-otras ese impacto en lo humano tiene alcances impensables e incalculables. Alguna forma hallaré de devolverte un poquito de lo bueno que la vida me entrega a través de ti. 
Siento que te ha emocionado todo lo que te he expresado, ya que es cierto, real y para mi muy importante, pero te digo, no alcanzas todavía a imaginar o saber que significado tan grande tiene lo que haces, que logras despertar en otros, cuantas cosas que día a día se quedan en el silencio, a través de tu escritura adoptan un nombre, un sonido, una representación.
Yo todavía no encuentro las palabras para contarte porque es tan importante esto. Pero creo, una idea solamente, que el arte es como la vida, la literatura sobre todo, es un instante de intensidad que si se deja ir, no volverá jamas. Y en ese instante sabemos que estamos vivos, que soñamos, que anhelamos, que necesitamos a otros para existir, y que aunque no sabemos por que estamos aquí, ni adonde vamos exactamente, sabemos que cualquier contacto profundo y personal con otro ser, como el que se produce entre Escritor(a)-Lector(a), marca nuevos rumbos en nuestra existencia. Después de leer un libro y conocer un autor presente o lejano, nos convertimos en otros-otras. Como una escultora, con lo que haces, has modificado parte de mi alma. Eso crea un lazo para mi como ser humano, y lectora de tu trabajo, que nunca podré romper.
Te dejo en este apunte, todo mi cariño, respeto y mi emoción por el simple hecho de que estés aquí en este mundo, en este tiempo, y lo que yo pueda sentir al conocerlo.

Con inmenso agradecimiento… 

Tu amiga sincera,

Mónica C.H.